Carta abierta a la judicatura

Hola:

Soy Carlos Belío Ardanaz. No pongo mi DNI por no sé qué, si acaso aquello de la protección de datos, aunque soy alguien muy fácil de localizar. Quiero dirigirme a toda la judicatura. El especial quienes ocupan plazas en audiencias. Son mis reflexiones, las de un humilde ciudadano sin muchos estudios ni pretensiones. Sólo comunicar mis opiniones y esperar que alguien de este gremio las lea, tal vez. También compartir y sacar de mi esto para que no se enquiste ni me envenene.Esta es la verdadera manadaEsta semana ha salido la sentencia por el Caso de La Manada y me ha significado un gran varapalo. A mi, y por lo visto en las calles y en redes, a toda la ciudadanía (salvo a 5, 6 u 8). Como el Lado Oscuro, la impotencia me ha llevado a rabia, la rabia a la indignación, la indignación la ira, la ira al odio… Luego fui a la concentración frente al ayuntamiento de Palma y allí pude tener un poco de paz, calma y esperanza, cuando vi a centenares de personas; mujeres, hombres; jóvenes, viejos; blancos, mulatos, negros, amarillos; socialistas, comunistas, liberales, apolíticos; heterosexuales, homosexuales, lesbianas, transexuales; todos juntos apoyando a la víctima y mostrando desprecio por una sentencia injusta.

He intentado documentarme algo y creo llegar a comprender el «espíritu», pero sobre todo la «actitud» de los Códigos Civil y Penal. Tal vez de todos los códigos legales, no sé. Percibo que son inmovilistas, miedosos. Y creo que es por que cambiar puede implicar errar (sin hache) y ello afectar terriblemente a la presunción de inocencia. Hasta cierto punto, estoy de acuerdo en ello. Es importante consensuar y meditar bien cualquier cambio en los códigos legales que nos rigen (todos, incluso las nefastas modificaciones que PP y PSOE pactaron en 2015, por ejemplo, y que estamos sufriendo como sociedad actualmente y en particular en el Caso de Alsasua y el 155 catalán). Es importante ser miedoso e incluso cobarde con los cambios de lo que queda escrito en una Ley (con mayúsculas). La mayor parte de las leyes son muy amplias, ambiguas y tal vez anticuadas. De un tiempo anterior y alejado de la realidad social actual. Pero ahí están los jueces para interpretar con las lentes de la actualidad esas leyes, para grano a grano, sentencia a sentencia, sentar jurisprudencia que sirva de respaldo a sentencias posteriores, para completar los huecos que las genéricas y ambiguas leyes tienen.

Por eso es sangrante y muy preocupante lo que los tres jueces del caso de La Manada han sentenciado. En especial el voto particular del Juez Ricardo González González que, además de pedir la absolución de los acusados, se permite juzgar la actitud de la víctima para justificar lo improcedente de lo pedido por la fiscalía y la acusación particular.
Su sentencia podría haber sido un grano de arena más para avanzar y respaldar lo que la sociedad ya sentimos: que no es no, que nadie tiene derecho para forzar la voluntad de nadie. Podía haber ayudado a allanar ese camino y a ofrecer a la víctima la compensación que el estado de derecho puede darle. Por contra ha supuesto un hachazo a la justicia y un agravio añadido a los que sufrió esa mujer por parte de 5 hombres y después 2 hombres y una mujer más, estos con toga.

Espero que el colectivo de la Judicatura tome cartas en este asunto y solucione esta afrenta, primero a ella, la víctima, y después a todos nosotros, la ciudadanía.

El pueblo es un clamor. Escuchadnos.

Atentamente,

Carlos Belío Ardanaz.