En 1986, yo tenía 13 años recién cumplidos. Terminaba 7º de EGB (sí amigos, yo fui a la EGB) y me decidí a probar eso del baloncesto. Como mi hermano mayor fue entrenado por José Antonio Gasca en su infancia, me ayudó a buscar en las páginas amarillas el teléfono y la dirección del Club Askatuak.
Allí fui y me dijeron que en aquel momento, tenían «convenido» un equipo escolar en Miren Bihotza y que pasase por «La Jaula» y preguntase por Eneko. Esa fue la primera vez que Eneko apareció en mi vida. Su equipo preparaba el campeonato de Euskadi infantil y al verme, con mis 186 centímetros, me dijo: «salta y toca el aro». Yo salté y lo toqué. No pude jugar ese torneo porque no pertenecía al equipo, pero me hicieron un hueco del que salí con 18 años.
Eneko fue mi entrenador y puedo decir que en muchos aspectos, tenía mucho margen de mejora, pero en lo que era un crack, un auténtico fenómeno, era en inspirar deseo por mejorar, por pertenecer a un grupo, por disfrutar de cada minuto dentro y fuera de la pista.
Eneko me animó a ser entrenador y junto a otros muy buenos amigos, empezamos como monitores en la Escuela del Askatuak. Yo seguí formándome y salí hacia el Atlético San Sebastián; Eneko, por desgracias y avatares del baloncesto giputxi, salió también e hizo resurgir al Easo, que era el club que surgió de los Jesuitas de Gros. En aquellos momentos era un club en estado latente, sin actividad propia ya que se anexionó (por decirlo de alguna manera) al mismo Askatuak.
Absorbió toda su estructura formativa (masculina) y diseño una gestión tendente al profesionalismo.
Eneko cambió el paradigma del baloncesto en Gipuzkoa, por supuesto con mucha controversia y envidias.
Bajo su dirección, el club fue creciendo y ofreciendo un servicio de calidad ajustado a lo que sus integrantes buscaban. Los chavales tenían equipos comprometidos y los padres un servicio de calidad que por supuesto, tenía un precio. También ofrecía deporte recreativo. Otra vez la idea de ofrecer lo que sus clientes demandaban. Con el tiempo, el Easo replicó el modelo con una sección femenina y de nuevo fue un éxito.
Su dinamismo y atención a las necesidades de la sociedad, hicieron del Easo el modelo a seguir y el club con el reconocimiento deportivo que tiene en la actualidad.
La puta vida
Desgraciadamente, la crisis financiera que sufrió el club, unida a posibles malas decisiones, han forzado que Eneko se haya visto obligado a salir de la Dirección del club. Los últimos meses, me consta, Eneko ha sufrido mucho por ello, incluyendo vejaciones de quienes fueron sus compañeros. Ha sido injustamente tratado y afortunadamente, quienes lo han hecho, lo han reconocido y están haciendo lo correcto para resarcir el daño producido.
Pero ese no es el caso que me trae a escribir sobre Eneko, mi entrenador y mi amigo desde hace más de 30 años. Este tiempo vivido durante más de 30 años, especialmente los últimos meses y por qué no, la perspectiva de la distancia y la experiencia de situaciones traumáticas vividas, me han hecho pensar y recapacitar: Eneko Blasko es, para mi sin duda alguna, una de las personas más importantes del baloncesto gipuzkoano y por ende, vasco y español. Y es también para mí el personaje de la canasta más importante del comienzo del siglo XXI en Gipuzkoa.
El padre Rosano, Jose Antonio Gasca y Eneko Blasko.
Me siento muy orgulloso de ser tu amigo, Eneko, de todo lo que supones en mi vida. Muy agradecido de que siempre me hayas tendido manos y puentes y muy honrado de haber hecho parte de tu grandioso camino juntos.
Hori, hori!
PD: Sí, he escrito muchas veces el nombre de Eneko y todas en negrita.