Recientemente, el periodista y sin embargo amigo Iker Sagasti, escribía una reflexión en su perfil de facebook (me encantaría poder enlazar exactamente a dicha reflexión, pero o bien no se puede, que lo dudo, o yo no sé, que es lo probable). Como no sé referirla, espero que con su permiso, la voy a copiar aquí:
«Vamos con una pequeña reflexión sobre el basket guipuzcoano… Lo primero, es una gran noticia que se ratifique al GBC como equipo ACB. Nunca he sido partidario de que un equipo no juegue en la categoría que se ha ganado sobre la cancha, pero teniendo en cuenta las trampas económicas cada vez más comunes, que un club serio y con rigor como Gipuzkoa Basket obtenga el premio de seguir en la élite me parece justicia pura. Sin embargo, la alegría no es plena, porque nuestros dos equipos de Adecco Plata, Azpeitia Azkoitia y Askatuak, en principio no van a sacar equipo en esa categoría. Los del valle del Urola se van a inscribir, pero sin aval y sin garantías económicas para hacer un equipo; mientras los donostiarras ni siquiera se va a apuntar y van a pedir una ampliación de plazo. Qué queréis que os diga. Es un palo, pero tiene totalmente que ver con la realidad económica de nuestro basket y nuestro deporte. No hay patrocinadores privados, y así, el deporte de élite muere lentamente en un territorio como Gipuzkoa donde la práctica y el seguimiento del deporte tienen una vigencia tan importante que sin ellos no podemos entender nuestra cultura e idiosincrasia actual. Gipuzkoa es deporte. Y se nos llena la boca con fomentar el deporte de cantera pero, ¿dónde van a jugar nuestros deportistas una vez que se formen y estén en disposición de dar el salto? ¿Qué referentes, qué espejos van a tener en los que mirarse? En mi modesta opinión, un club que está haciendo las cosas tan bien como Iraurgi no merece esto y tampoco un histórico como Askatuak. Su función se me antojaba vital. Pero es lo que hay. Y por otro lado, en basket femenino, vamos a tener dos equipos guipuzcoanos en Liga Femenina1. Hondarribia Irun, con un presupuesto de entre 250.000 y 300.000 euros; además de la UPV con un entre 180.000 y 200.000 euros de presupuesto. Son dos equipos que me encantan, a los que apoyo, les deseo lo mejor, simpatizo y me identifico. Con ambos. Pero salir los dos en la misma categoría me parece demencial. ¿Tan difícil es ponerse de acuerdo? El basket femenino guipuzcoano, que tan buena salud tiene en cuanto a participación de jugadoras, saldría ganando de largo. En todos los sentidos, en masculino y en femenino, tenemos mucho trabajo por delante, yo nos animo a todos a entendernos y a trabajar lo más unidos posible.»
Una riada de comentarios le han surgido. Todos, menos los míos, muy interesantes. Quien me conoce sabe que no suelo tomarme muy en serio las conversaciones en redes sociales. Son muy escuetas, frías y dadas a interpretaciones por quien lee que no se atienen a la realidad. Soy más banal. Pero el asunto sí me interesa y finalmente he escrito algo. Y era esto:
«¿Y si lo que hay, que ha existido así desde que el baloncesto es baloncesto en Gipuzkoa, funciona…por qué queremos «ordenarlo»? ¿Por qué no dejamos que las cosas sigan su curso natural? Sé qué es un razonamiento muy simple, pero aquí no hay guerras ni muertos…La vida es así: salvaje. Y se abre paso buscando los resquicios que haya ¿por qué queremos siempre ordenarlo todo? No sé si me explico…igual debe ser como es. Igual está bien. O igual somos más listos que la naturaleza y 80 años de baloncesto en Gipuzkoa están equivocados.»
Dedos gordos, pantalla pequeña |
Claro, uno saca ratos para escribir desde el móvil, que, aunque cada vez son más grandes y chupigeniales, siguen siendo una pantallica (permitidme la licencia, que hoy he estado en la ribera -o Far West, según decía el gran Mikel Etxalar-) que ofrece un teclado miserable a unos dedos deformes de tantos balonazos. Vamos, que es complicado explayarse y explicarse.
Mi planteamiento no es inmovilista. No lo es. Lo que quiero expresar (y espero conseguirlo) es que todo depende del fin; del objetivo. También del foco. ¿Qué se quiere conseguir? ¿Quién lo quiere conseguir? Ya, quizá después, podríamos preguntarnos: ¿Con qué medios? ¿En qué plazos? Y yo, pensando en todo esto, me sorprendo buscando en un rincón de mi cerebro que aprendió, por el baloncesto y por otras muchas cosas posiblemente tan importantes al menos, que la vida siempre se abre paso; que lo que se crea de manera espontánea (a veces de forma aleatoria, otras no), suele tener una lógica dentro del aparente caos que es más fuerte que la aparentemente ordenada.
Precioso y trabajado parterrere |
Claro que la idea de una pirámide gerarquizada y ordenadita ella tiene mucho sentido, pero olvidamos u obviamos un factor muy importante: el Individuo. Existe por tanto una fuerza superior al control.
En Gipuzkoa, no hace mucho tiempo, se creo Kirolgi (primero fue Prodegi, pero estaba mal visto dar dinero a equipos profesionales solo por el mero hecho de serlo y entonces lo justificaron con «formación»). Se destinó dinero a su proyecto de formación y ese dinero trajo personas, tapó bocas y ató manos. Y durante escasos años, se trabajó contra natura en un proyecto estructurado que pretendía mejorar el nivel técnico de jugadores, entrenadores y árbitros. También pretendía elevar en nivel técnico de clubes y de la propia Federación. ¿Qué pasó cuando la «cuerda» que ataba todo (entiéndase la metáfora: cuerda=dinero) desapareció? Y es que es lógico. a las personas nos gustan los jardines. Sí, esos de césped cortito y prolijo; sin malas hierbas.
Nos gustan las flores esplendorosas; los árboles de hojas de diferentes formas y colores…nos gusta ser protagonistas de la creación….también, reconozcámoslo. Pero la vegetación no es así. La naturaleza no funciona así. La vida no funciona así. Y sin embargo, un parterrere que se deja al libre albedrío, se transforma en un caos repleto de vida. Caótica, «fea»…tal vez, pero llena de vida.
Esa era mi reflexión. 80 años de baloncesto en Gipuzkoa y estamos como estamos ¿Y estamos mal? Yo creo que no.