¿Rápido o deprisa?


Últimamente se viene cuestionando el alto número de pérdidas de balón que tiene el Lagun Aro y la influencia que tiene el jugar rápido con esa circunstancia. Borja Santamaría lo relacionaba como una «causa-efecto» en su artículo de la pasada semana en el DV.

Este pasado fin de semana, el Lagun Aro ha obtenido una importante victoria en en su desplazamiento a Alicante. Para ilustrar este artículo voy a tomar los datos de las primeras 10 jornadas.

El Lagun Aro es el 5º equipo de la liga en posesiones disfrutadas con 74,7, siendo el promedio de la liga de 72,85. Así el GBC disfruta de casi 2 posesiones más que la media. En cuanto a las pérdidas de balón su media es de 18,8, el peor de la liga, siendo la media de 15,5. Cogiendo estos datos podemos ver cuantas posesiones terminan en tiro a canasta y el Lagun Aro dispone de 55,9 posesiones que acaban en tiro a canasta, siendo el promedio de la liga de 57,35. Resulta que el GBC, que es el 5º en cuanto a posesiones totales, es el 13º en cuanto a posesiones que acaban en intento de canasta.

Tras esta retahíla de datos, cabe preguntarse ahora: ¿El Lagun Aro juega rápido o deprisa? Pues bien, la lectura de estos datos parece decir que el GBC intenta jugar rápido y acaba jugando deprisa. Esto es, en una tesitura donde se comenten más errores. Claro, suponiendo que los rivales del GBC disfrutasen de un número igual o cuando menos similar de posesiones, y si un ritmo elevado forzase en los rivales más péridas de balón, sería un planteamiento correcto. Un ritmo alto hace perder muchas posesiones al GBC, pero más a sus rivales. El problema está en que en las 10 primeras jornadas el GBC ha disfrutado de 48 posesiones menos que sus rivales (4,8 de media por partido) lo que supone ser el 2º peor equipo de la competición en este sentido sólo por delante de Murcia.

¿Entonces jugando a un ritmo más controlado se perderían menos posesiones? ¿Es el ritmo alto el factor determinante en este sentido? Habría que analizar cómo se pierden esas posesiones. No tiene porqué se un ritmo elevado el que fomente las pérdidas porque sí.

Esto no descalifica el trabajo que realiza el equipo. Sólo muestra un déficit en su juego. Las fortalezas existen y se pueden corroborar con los datos. Si no ¿cómo se entendería las seis victorias logradas?

Foto | ACB PHOTO/Carlos Rodríguez