Querido Rafa:
Sigo viéndote entrar con tu gorro de lluvia por la puerta del bar. Escondiendo tu mirada entre la minúscula ala de ese sombrero de otra época y los cuellos de tu impermeable, también de otra época.
Acercándote a la barra, sacudiéndote el agua, tu saludo y esa copa de vino que siempre acompañaba una conversación.
Recuerdo tus noches con Pedro. Debatiendo de filosofía, música y lo banal de la modernidad. Esas argucias populares y efectistas de la música popular de las que te mofabas.
No olvido cuando regalaste tu guitarra eléctrica a aquella niña que te idolatraba… y sin poder hacerla sonar, te la colgaste al cuello y el aura de ese artista que siempre has sido llenaba el bar.
Compartí un escaso tiempo contigo y sin embargo lo siento tan vivo en mí.
Te vas y yo, nosotros, ya te añoramos.
Que la eternidad te sea leve y que dejemos de vivir esta vida como si un Simulacro se tratase.
Goian Bego