Hijodeputa

Hijosdeputa somos todos. Al menos yo es muy probable que lo sea. No me lo creo. Me veo como un ser ejemplar y tal, pero ya me he portado bastante mal en el pasado. No sé por qué no volveré a hacerlo en el futuro.
Así pues, dejando claro esto, paso a mi exposición:
Hace tiempo que vengo considerando y evangelizando sobre la conveniencia de instalar una guillotina en las rotondas más significativas de cada ciudad. Afortunadamente, la cuadrilla de hijosdeputa que nos regentan, se han pulido los presupuestos que justificaban sus sobresueldos, etc., en clonar rotondas y llenar nuestras poblaciones de ellas. En muchas se ha colocado una «puerta» metafórica que con muy poca inversión y adaptación, puede convertirse en esa guillotina del pueblo que ayude a recuperar el equilibrio.
No hablo de matar a todos los de esa calaña de hijosdeputa. Nunca podría hacerlo porque, entre otras cosas, ya os he dicho que seguramente yo también tengo un precio y sólo me separa de ellos la tentación. ¿Qué tal 1000? Así, a modo de escarnio y de aviso de que se va en serio. Sería ese toque de atención necesario y proporcional.

Reconozcámoslo, somos borregos («Gregarios», quienes se sientan menospreciados por el término), pero en todo caso, seguidistas y tendientes a la 2ª ley de Newton (y si es una de las otras dos, pues me corregís, que no soy ni de ciencias ni de letras). La que dice que tendemos a la inercia. De lo que se trata es de elevar el listón de la impunidad y quien nos mamonee, o bien sea más listo, o bien de algo a cambio.
Y al hilo de esto, está el «buenismo» instalado en la sociedad. A mi me gusta. Me parece bien, pero no olvidemos que somos seres vivos y que la competencia y la violencia es intrínseca a nuestra naturaleza. No sé por qué debemos renunciar a ella cuando, entre otros códigos humanos, está amparada por los civiles y penales cuando son en legítima defensa. ¿Lo llamamos «legítima defensa»? Vale, pero lo que está claro es que esto empieza a ser insostenible y o bien hacemos algo o acaban con nosotros no solo como pueblo, país, nación o pollas en vinagre, sino como individuos.

Así pues, aquí va mi petición: Una guillotina para el pueblo.