Lo que sucedió la mañana del domingo en el Madrid Arena no es justo en absoluto. No digo que no mereciéramos perder, lo que sí sé es que no tendríamos que habernos vuelto a casa con 30 puntos de diferencia. El partido apenas dura dos cuartos; el primero, de ensueño, y el segundo, que se convirtió en una auténtica pesadilla. Qué quieren que les diga, en mi opinión, el Real Madrid-Lagun Aro GBC estuvo total y completamente condicionado por la actuación arbitral. No por decisiones puntuales sospechosas, no; estuvo marcado por dos varas de medir completamente opuestas en ambos lados del campo. Es verdad que desde el segundo cuarto no pudimos ver la mejor versión del equipo de Laso, pero también es cierto que no le dejaron. Cuando los blancos subieron su nivel de intensidad y agresividad en defensa, la connivencia arbitral propició una diferencia en el marcador que no se me antoja justa ni real.
No es justo
Era muy fácil pitar contactos tontos a Doblas o Panko e igual de sencillo era obviar defensas madridistas que no es que se acercaran al límite de la falta, es que lo sobrepasaban ampliamente. Los contactos y el uso de las manos de Tucker sobre Jimmy Baron rozaron lo indecente. Todavía me pregunto cómo el Madrid se pasa todo el segundo cuarto sin serle pitada una falta hasta que en los últimos segundos le señalan la única en ese parcial. Ahí quedó condicionado el partido para los restos. Pero de esto nadie se va a acordar en unos días, quedará la derrota y a nosotros las ganas de saber si el GBC podría haber plantado cara al Madrid en un choque de igual a igual. Desde luego, que el principio fue prometedor; pero sólo nos hizo falta observar los primeros minutos del segundo cuarto para darnos cuenta de que, aunque quisiéramos, no nos iban a dejar salir con la victoria de allí. Llevamos con el tema de la falta de respeto arbitral hacia el GBC desde la primera jornada, en Madrid fue algo tan evidente como frustrante. Y no es justo.
Le podemos dar todas las vueltas del mundo a lo sucedido, mirar las estadísticas mil veces; los 25 balones perdidos, el bajísimo porcentaje de tiro… da igual, todo está condicionado por lo que a unos les permitieron y a lo que a otros no. Lo realmente relevante en este momento es, primero, pasar página cuanto antes, interiorizar que sólo es una derrota y que no pasa nada y no permitir que esto nos afecte ni un ápice, sobre todo en lo moral. Ahora sólo importa llegar al viernes en las mejores condiciones posibles, sobre todo anímicas. La confianza en el equipo sigue siendo absoluta.
Luego está lo que podemos aprender de este partido. Y va sobre prosperar ante las adversidades. Va a haber más días que nos piten mal, que el equipo contrario tenga bula arbitral para hacer lo que le plazca en defensa porque no nos vamos a sorprender ahora de que hay ciertos equipos, entrenadores y jugadores a los que se les mide con otro rasero. Y aún y con eso, cuando nos toque como ayer, debemos ser o intentar seguir siendo competitivos. Porque en lo que a basket se refiere tenemos armas para plantar cara. No se dejen engañar por el resultado de ayer porque no es justo.
Y más allá de todo lo que escapa a nuestro control, preocupémonos desde ya de lo que sí depende de nosotros. Porque igual de real es que un buen número de balones los perdemos por una mala toma de deciones; que más veces de las deseadas jugamos a canasta en desventaja, y no hablo de tirar con un defensor encima, sino de jugárnoslas uno contra dos o uno contra tres en lugar de prosperar en busca de una mejor opción -algo que ayer no era sencillo, dicho sea de paso-.
Pero hay que entender que nuestro segundo cuarto, más allá de lo que piten o dejen de pitar, no ha sido lo que podemos esperar de este GBC. Los cambios, sobre todo en el interior, no han dado la talla. Y en el exterior, más que cualquier otra cosa, me preocupa la falta de un anotador solvente cuando descansa Baron. Ése debía ser Lorbek y es cierto que su falta de confianza o acierto no se lo está permitiendo por el momento. Sería fácil hacer sangre con Alfonso Sánchez pero no creo que sea justo, hay que entender cuál es su rol y todo lo que nos da. A Kone y Skita sí que se les debe dar un buen tirón de orejas, salieron y no sabían de dónde les daba el viento…
Algo que se está convirtiendo en normal en esta primera parte de temporada es la diferencia entre jugar en casa y fuera para Ricardo Uriz. El capitán está siendo brillante en el Donostia Arena, su influencia sobre el partido ha sido siempre amplia y positiva. Por desgracia, lejos de Illumbe aún no ha conseguido sentirse cómodo. Pero seguro que lo hará, ya nos lo ha demostrado muchas veces. Otra realidad es que cuando las cosas se tuercen, hay una serie de jugadores que nunca cejan en su empeño. Con mejor o peor suerte, pero no se rinden jamás. Aunque ayer no fue su día, Uriz es uno de ellos, pero el caso más evidente es el de Albert Miralles. Sigue y sigue pase lo que pase. No hay que acordarse sólo cuando ganamos. Y ayer fue el mejor. Sobre esta lucha, Doblas y Panko son siempre de los primeros en acudir, sin ambajes, sin excusas, no dan cuartel. Pero ayer no les dejaron a ninguno de los dos. Y me da pena y me da rabia quedarme con las ganas de saber qué habría pasado si les hubieran respetado, puede que saliéramos perdiendo igualmente, pero nos quedamos sin saberlo.
Y sobre Jimmy Baron, qué se puede decir… Mientras le dejaron ofreció una exhibición de su clase. Después se convirtió en la víctima de una defensa procaz y sucia que su permisividad roza lo obsceno. Un jugador de sus características tiene que acostumbrarse a ello y seguir encontrando vías hacia el aro, porque ya se puede ir acostumbrando a defensas férreas sobre su persona. Pero de lo dicho, pienso lo mismo al revés de lo que le pitaron a Doblas cuando protegía su aro… Injusticia pura y dura. Que en este partido acabemos con ocho faltas más que el Madrid (y eso que lo maquillaron al final), que en el segundo y tercer cuarto ni se acercan al bonus, habla no de errores puntuales, que lo mismo que los jugadores fallan tiros los árbitros se pueden equivocar. Pero no, aquí hubo diferencia de criterio. ¿De verdad hace el Madrid una sola falta en todo el segundo cuarto? ¿Seguro? ¿En serio?
Así, lo que era una mañana de domingo en la que muchos nos levantamos con ilusión para ver el partido, se tradujo en una tomadura de pelo, una pérdida de tiempo, un simulacro de partido. No quiero ni pensar en cómo se sentirán los aficionados donostiarras que pudieron desplazarse a Madrid… que les devuelvan el dinero. Pero sinceramente, en este caso, no creo que esto sea culpa la tenga el equipo de Laso; el GBC no ha firmado su mejor partido pero ni mucho menos mereció ese castigo.
Y lo voy a dejar claro una vez más, no digo que se pierda por los árbitros. El GBC no ha jugado bien. Pero honestamente pienso que el juego ha estado del todo condicionado por el arbitraje. Y que esto no es justo.
Quizá esté yo muy equivocado y he visto otro partido. En cualquier caso, no decrece un ápice mi ilusión y confianza en este equipo, voy a borrar cuanto antes de la memoria lo sucedido en el Madrid Arena y voy a centrarme únicamente en lo que viene el próximo viernes, que nada más y nada menos significa el primer plato fuerte de la temporada en el Donostia Arena 2016: el derbi frente al Bizkaia Bilbao Basket, un duelo en el que no albergo dudas de que nuestro equipo puede darnos una nueva alegría. Si lo que pasó ayer refuerza incluso la motivación del equipo, si ha herido el amor propio de unos jugadores que son conscientes de que el resultado final no hace justicia a sus capacidades, seguro que el viernes veremos otra vez la mejor cara de un GBC que seguro estará arrancándonos de nuevo aplausos por su buen baloncesto. Hoy, más que nunca, ¡Aupa GBC!