Campeonato del mundo masculino 2019. El nuevo baloncesto FIBA

Hoy, domingo 15 de septiembre, la Selección masculina de España, se ha proclamado justamente vencedor del Campeonato del Mundo celebrado en China. Durante el tiempo que ha durado el torneo, he estado tuiteando mis impresiones (y puedes seguirlas aquí).

Al comienzo del campeonato, en la primera entrevista a Scariolo previa al partido, éste dijo: «el torneo es largo y la preparación que hemos hecho es progresiva para y creciendo y llegar en la mejores condiciones al final del torneo«. Me gustó lo que dijo, pero era una (casi) obviedad. Con jugadores que habían jugado muchísimos partidos y la suerte de un torneo (y un grupo inicial) en el que los primeros rivales no son de primer nivel, toda lógica dice que es lo que hay que hacer.
Con esa condición dada y cedida por todos, los primeros partidos acusé cierta falta en cuanto al nivel de activación. El equipo no estaba concentrado lo suficiente ni con el compromiso de marcar un alto nivel de «esfuerzo» físico. El rival siempre asustaba y en algún momento se decidía la selección a atarse las zapatillas, apretarse el cordón del pantalón y bajar el culo. Lo que pasaba después es que ese esfuerzo por parte de un grupo de jugadores generosos y comprometidos, hacía que se ganase en confianza propia y en el equipo. Así, España, ha acabado el torneo invicto. Hecho muy significativo desde mi punto de vista.

Llegaron los partidos previos a los cruces e Italia fue un duro partido que España solucionó desde la defensa. Scariolo y su equipo técnico proponían y los jugadores disponían. Después vino Serbia y España, usando un símil pugilístico, le castigó, dejándoles groguis (tanto que luego Argentina los noqueó, en unos cuartos de final preciosos).

En los cruces, España tuvo la suerte de volver a enfrentarse a equipos de un nivel a priori inferiores, pero ya no volvió a salir a la pista con los cordones sueltos. Dominó desde la defensa, la entrega y el compromiso. Se hizo con el sobrenombre de «el guante», por su capacidad de adaptarse al rival para frenarle en defensa y buscar y encontrar a quienes más aportasen en ataque. La semifinal contra Australia. No pudo doblegarles desde la defensa en 40 minutos, pero sí demostraron un gran nivel de resiliencia…no podían ganar el partido, pero sobre todo, sabían y transmitían que no lo iban a perder. Así, en la 2ª prórroga por fin la «caja+1» que propuso Scariolo desde el 4º cuarto funcionó y en ataque, el acierto en el tiro y el dominio de Ricky y Gasol hicieron el resto.

Hoy, la final hablaba de épica, de equipos con muchas más cosas que centímetros, salto, fuerza y táctica. España y Argentina históricamente han sido más y hoy también ha sido así. Situaciones personales, compromisos emocionales y mucha épica, pero España, con más recursos que Argentina, les ha ahogado en la primera parte. La superioridad era tan evidente, tan manifiesta, que a igualdad de compromiso, con el mismo nivel emotivo, no ha dejado lugar a la duda. España ha ganado como siempre ganar los equipos torneos así: desde la propuesta de ser un equipo, de trabajar generosamente para él y permitiendo que brillase quien en mejor disposición estuviese en cada partido, en cada momento.

Para mí, todo el torneo ha sido precioso. El baloncesto FIBA actual es precioso. Se juega en una transición continua y todo es mucho más rápido, más plástico, más estético, más bello.

Enhorabuena España y gracias al baloncesto por este mes.