Con la cabeza bien alta


Se puede perder y perder. Hay muchas maneras. Pero la que le tocó el pasado domingo al Lagun Aro GBC en Manresa nos tiene que hacer sentir igual de orgullosos que cuando gana. De hecho, he visto ganar a nuestro equipo unas cuantas veces jugando bastante peor que el pasado domingo en el Nou Congost. El equipo que entrena Pablo Laso puso todo de su parte para sacar adelante un partido que mereció ganar, puso el buen juego y también la casta cuando más apretaba el viejo pabellón manresano. Incluso cuando peor estaban las cosas encontró la manera de sobreponerse. Sólo una acción desesperada de Rodrigo San Miguel (que magnífico jugador) arrebató al GBC lo que era suyo por derecho. Esa penetración es lo más parecido a lanzar una moneda al aire que he visto en mucho tiempo, hay que tener el valor de jugársela, pero la fortuna acompañó al base rival. Para nosotros fue cruz, pero si ese tiro en lugar de golpear en el aro y caer dentro, rebota y cae fuera, estaríamos hablando del magnífico trabajo del GBC para cosechar una gran victoria. El triunfo no fue tal, pero el partido y la labor realizada siguen siendo dignas de elogio, por supuesto que sí.


Es una lástima que el partido no fuera televisado porque dejó cantidad de detalles en los que fijarse, aunque por encima de todo, fue un precioso partido de baloncesto. Llama mucho la atención la puesta en escena del Manresa, tanto en el arranque de partido como en la salida tras el descanso el equipo catalán parece un ciclón. La falta de calidad la suplen con una entrega brutal, un despliegue defensivo que requiere máxima concentración y un apoyo de la grada que les lleva en volandas. Ante esto, el Lagun Aro puso buen baloncesto, así de claro. El GBC no dejó de creer en su idea de juego y eso le permitió hacerse con la manija del partido. Mucha culpa de ello tuvo Ricardo Uriz, que tiene esa virtud de cambiarle la cara a la situación cuando peor van las cosas. Su entrada en la primera parte enfrió a un Manresa que gozó de rentas entorno a los 10 puntos en el comienzo. Cuando entró el capitán del equipo el ritmo de juego giró hacia nuestro favor y el ataque funcionó tan bien como lo viene haciendo toda la temporada.

Sinceramente, en el segundo cuarto el difícil pensar que el partido se le pudiera escapar al Lagun Aro. Desde una defensa excelente puso el partido donde más le interesaba, no dejando jugar en transición a su rival y obligándole a jugar ataque posicionales donde sus recursos bajan ostensiblemente. Era evidente que a Manresa la única carta que le quedaba para ganar el plantear un partido loco. Y aún así, el GBC aguantó el primer envite. Y no es sencillo.

Ese primer envite llegó tras el descanso, Manresa salió a revolucionar el partido y tras unos minutos complicados, con el mejor Panko de la temporada a la cabeza, se volvió a poner la ventaja en 10 u 11 puntos. El gesto de carácter de los nuestros fue tranquilizador, les confieso que en ese momento pensé que ya no se nos podía escapar. Pero no contaba con los 8 puntos seguidos de Grimau. Ese parcial es el que mete de lleno al Manresa en el partido. Y, si les digo la verdad, tranquilamente pudo fallar los tres tiros, porque fueron decisiones de héroe o villano, de remontamos o se nos va el partido al carajo definitivamente. Y por desgracia fue lo primero.

Aún y con eso, el GBC aguantó el tipo. Ante los 6 de 7 triples del último cuarto del equipo rival siguió en pie. Fue entonces cuando se notó la diferencia de tener a Salgado o no tenerlo, porque gestionó muy bien los últimos ataques del Lagun Aro. También es muy buena señal que Jimmy Baron no se esconda en esos instantes. Hubo un triple suyo de ocho metros que provocó un unánime oohh!! en la grada, pero más espectacular me pareció a mí una penetración al final posesión que acaba con un tiro dejándose caer para atrás. Demostró un gran carácter y no esconderse. Lástima que fallara un triple que hubiera supuesto la puntilla. Ese triple lo falló en pleno festival, no sé si fueron cuatro o cinco seguidos por parte de los dos equipos en la recta final del partido y el único que se salió, el de Jimmy, al que poco hay que achacarle.

Pero aún y cuando Manresa se pone por delante a falta de pocos segundos para el final, Lagun Aro encuentra la manera de volver a darle la vuelta. La jugada que acaba en el triple de Tskitivili está ideada y ejecutada a la perfección. Sólo esa canasta de San Miguel nos priva de una victoria para la que hicimos méritos de sobra.

Lo peor, las pérdidas de balón, evidentemente. Es muy difícil ganar fuera (y en casa) si pierdes 23 balones. Personalmente, también eché en falta que se aprovechara un poco más la superioridad de nuestra pareja interior titular, tuvieron menos protagonismo del que era deseable, pero claro, ahí también entra el mérito de la buena defensa del rival.

Lo que más me gustó, sin duda comprobar que hemos recuperado al Panko de primer nivel, que Ricardo firmó un gran partido fuera y que ante las adversidades que te plantea un partido tan duro y complicado como el del domingo en el Nou Congost, el equipo sale airoso, es capaz de desarrollar su juego, de firmar altos porcentajes, de defender duro, de mantener el tipo en los malos momentos y de tomar buenas decisiones en un final apretado con todo en contra.

Por todo eso, pero especialmente, por la imagen ofrecida, podemos decir que el equipo cayó, pero que lo hizo con la cabeza bien alta. Y también que podemos estar seguros que son más los argumentos positivos que los negativos que podemos sacar de este partido. Me siento muy orgulloso del Lagun Aro GBC que jugó en el Nou Congost, tanto como lo estoy del que estamos viendo toda esta temporada. Viene una parte complicada del calendario y creo firmemente que es ahora cuando más tenemos que confiar y creer en nuestro equipo. Primero, porque dar razones de sobra para ello, y segundo, porque jugando así se le puede ganar a cualquiera. ¡Así que a por el Valencia!

No me quiero despedir sin mandarle un abrazo enorme a uno de los grandes del baloncesto guipuzcoano. El veterano árbitro Antxón García, del que tanto hemos aprendido en la cancha y que tantos años lleva siendo uno de los responsables de que cientos de locos por el basket nos los podamos pasar bien jugando cada fin de semana, va a estar un tiempo lejos de las pistas por un problema de salud. Desde aquí le quiero enviar todo el ánimo del mundo y decirle que somos muchos los que agradecemos su enorme y contagiosa ilusión por el baloncesto. No es un árbitro, es un maestro y le vamos a echar muchísimo de menos hasta que vuelva coger un balón y desear suerte a ambos equipos antes de lanzarlo al aire. Recupérate pronto Antxon, te estaremos esperando sobre el parqué.