Gestión de Personas

Colaboración
Esta es una colaboración especial de Telmo Asurmendi (i68)

Una empresa es un sistema que realiza una interacción con su entorno materializando una idea, de una forma planificada, dando respuesta a unas demandas y deseos de clientes, por medio de una actividad económica. Para esto, es necesaria una razón de ser, una estrategia, unos objetivos y unas políticas o tácticas de actuación.

De esta forma, teniendo en cuenta estos términos, un equipo de baloncesto no deja de ser una organización empresarial, con otros fines pero con un mismo medio, las personas. Se basa también en una estructura jerárquica y con una definición específica de roles: presidente, dirección general, pasando por el gerente, área de marketing, prensa, director deportivo, entrenadores, preparadores, jugadores, etc.

En el caso que nos ocupa, los jugadores son aquellos que llevan al cliente (público) el resultado de lo elaborado en el club (producto) por medio de la dirección de sus entrenadores (jefes).

A partir de este momento, en vez de utilizar la palabra jefe, utilizaré la palabra líder, término que a mi parecer mejor define la labor de un entrenador. Me explico. La labor de un “coach” no es la de vigilar a un conjunto de autómatas que trasladan, transforman y modifican piezas según un modelo o molde predefinido; su complicado trabajo consiste en hacer funcionar a un conjunto de personas con sus egos, cansancios, lesiones, problemas (no sólo los deportivos, sino también los personales), etc… que además tienen que superar a un oponente (en ocasiones de mucha entidad requiriendo un sobreesfuerzo) y muchas veces en condiciones de adversidad (mala situación clasificatoria, cancha contraria, malos arbitrajes, etc.).

De esta forma, hagámonos a la idea de la dificultad que entraña llevar a buen puerto un “barco” como el citado, dado que son muchas las variables que hay que conjugar para obtener unos resultados satisfactorios. Pasaremos por aquellas que desde mi punto de vista son más importantes:

1) MOTIVACION

Como es ya conocido, no es posible motivar a un grupo si no es en base a la definición de un objetivo o hitos a cumplir. Estos objetivos deberán ser “alcanzables” y “suficientes”, dado que en caso de no serlo, conseguirían el efecto contrario; desmotivar.
Podemos concluir que dichas motivaciones se podrían englobar en tres grandes grupos:

  • Extrínsecas: Su realización se da por parte de una persona distinta a la de la acción (salario, alabanzas, promoción, etc…). En el caso del baloncesto: remuneraciones, primas, reconocimientos públicos, etc.. que reciban los jugadores, entrenadores, etc.
  • Intrínsecas: Propio a la persona que lo realiza y que depende sólo del hecho de hacerla. Mejoras técnico-tácticas individuales en el juego, aprendizaje, adquisición de  conocimientos, experiencia, etc.
  • Trascendentes: Resultado que la acción provoca en otras personas distintas a la que realiza la acción. En este caso tanto en lo que al público se refiere (seguidores, socios, patrocinadores, prensa, etc.) como a las personas del propio club.

Añadir que en el caso del primer grupo, sus efectos normalmente son a corto plazo, por eso será bueno conjugarlos con los otros dos tipos de cara marcar una posición más estable y efectiva.

 

2) DIRECCION y LIDERAZGO

Dirigir es el arte de conjugar los tres niveles de objetivos: Eficacia, atractividad (capacidad para atraer o inclinar la voluntad) y unidad. En el momento en que a estas características le vamos añadiendo la confianza, empatía, comunicación, carisma, responsabilidad, etc., más nos acercaremos a lo que se puede entender como un líder.
Una vez que se dispone de todas esas virtudes, hará falta especificar el COMO. Robert Bufon lo indicaba muy claro: “El estilo es el hombre” y como se concluye de su apunte, el modo en que hacemos las cosas tiene tanta o más importancia que lo que hacemos, tanto hacia nosotros mismos, como al exterior. Si se quiere SER un líder, se deberá ser un REFERENTE y sobre todo, en los momentos malos.
Este es un tema que nos daría para varias páginas, así que no entraremos para no alargarnos en demasía.

 

3) CONTROL DE LAS EMOCIONES

Horace Walpole: “La vida es una comedia para quienes piensan y una tragedia para quienes sienten”.
Desde mi punto de vista, un punto importante de mejora en el baloncesto actual (me atrevería a decir que en el deporte de equipo en general) se cierne en torno al control de las emociones o lo que es un término más al uso, la inteligencia emocional.
Como hemos citado antes, tanto las empresas como el baloncesto (que es los que nos ocupa), aunque suene obvio, está formado por personas. Mal que nos pese, los sentimientos son parte fundamental de nosotros (sin ellos seríamos robots) y en su conocimiento y control está la clave. Suena raro, pero en ocasiones debemos actuar como máquinas DECIDIENDO ser máquinas. Si lo pensamos, este modus operandi nos evitaría dejarnos llevar por el ego y posiblemente, a reducir el número de errores que eso conlleva.

Hoy en día podemos decir que se está avanzado mucho en lo referente a integración de la preparación física dentro de los que es la cancha de baloncesto, es decir el entrenamiento integrado, de forma que a la vez que se trabaje la táctica, técnica, etc… se puede trabajar el aspecto físico (y me atrevería a decir que también en parte el mental) sin tener que moverse a otros entornos.

Reflexionando sobre este tema, me surgen una serie de cuestiones: ¿Qué hay del entrenamiento psicológico? Si podemos evaluar o evitar las lesiones que sufren nuestros jugadores, ¿Podemos medir o influir en su estado anímico, su ansiedad, su tristeza? ¿No son estos factores que influyen de forma determinante en su juego y comportamiento? ¿Se puede integrar el trabajo psicológico o mental dentro del entrenamiento deportivo? Y lo que es aún más interesante: ¿Pueden las emociones ser inteligentes? ¿Podemos llegar a ser conscientes de nuestros sentimientos y tomar decisiones sin que estos a su vez nos condicionen? Son infinitas las preguntas que me vienen a la cabeza respecto a este tema.

Pongamos un ejemplo. Si fuéramos capaces de trabajar el aumento del umbral de concentración de nuestros jugadores, posiblemente minimizáramos directamente errores directamente relacionados como las pérdidas de balón, cesión de rebotes, despistes defensivos (individuales o en ayudas), etc… ¿No es óptimo por ejemplo para los tiros libres repetir una mecánica (correcta) muchas veces hasta adquirir el hábito? ¿Y qué hay que hacer para conseguir esto con la concentración? ¿Cómo se trabaja?

Más comportamientos o términos (tanto positivos como negativos) que tienen que ver con este ámbito y que resumiremos para no alargarnos podrían ser: la negación optimista, el optimismo (el gran motivador), la expresividad, el contagio emocional, etc., los cuales invitan a pensar que el mundo por descubrir es realmente apasionante.

No quiero terminar este artículo sin hacer mención a una cita, que no por simple, deja de ser contundente: «Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo«. Albert Einstein

En definitiva, si la inteligencia es la adaptación al medio como individuo, no quiero ni pensar lo que supone tener que hacerlo con varias personas que sufren continuos cortocircuitos, las EMOCIONES.

P.D.: Si me puedo permitir alguna vez dar una recomendación, invito a leer el libro “Inteligencia Emocional” de Daniel Goleman. Fantástico.
Telmo Asurmendi
Entrenador Superior de Baloncesto e Ingeniero en Organización Industrial