Palmer Alma Mediterrànea resta y sigue ante UEMC Valladolid (71-64)

Palmer Alma Mediterrànea Palma, pierde ante UEMC Valladolid y continúa su mala racha y no consigue el deseado cambio en su juego tras las nuevas incorporaciones.

La llegada de Elijah Brown, de Pavel Marinov y de Robert Cosialls, sumadas a la de Tomas Pavelka hace unas semanas, lejos de corregir carencias pasadas, debilita las pocas fortalezas que el equipo tenía hasta la fecha: la defensa.

La sola baja de Maxi Fjellerup, quien era el máximo reboteador defensivo del equipo (4,45 RD por partido, que son 1,1 más que los que captura Ikpeze y 3,45 más que los captura Pavelka), ya es significativa. Porque la defensa es eso: la capacidad de forzar el error del rival y de recuperar la posesión por un balón recuperado o un rebote defensivo.
Ante UEMC Valladolid se han visto claramente las carencias del Palmer Alma Mediterrànea. Un comienzo prometedor ante un equipo que tampoco está boyante en cuanto a su confianza y juego y que, debido a las novedades del rival, tampoco podía tener un scouting óptimo. Roberto González tardó poco en encontrar la manera:

  • Seguir apretando las salidas de los bloqueos indirectos para los tiradores palmesanos (preparado para Van Beck, pero extensible a Brown)
  • Cargar el rebote ofensivo
  • Sacar de sitio a los 5 de Palmer para que no lleguen a tiempo a las ayudas y segundas ayudas

Sólo por superioridad física, encauzaron el partido y, cuando se sintieron superiores, comenzaron a anotar con mayor precisión (el fatídico tercer cuarto).

UEMC Valladolid, pese a tener peores porcentajes de tiro y no llegar a un paupérrimo 42% en tiros de campo (25/60) ni a un 62% en tiros libres (13/21), consiguió la victoria porque tiraron a canasta casi el 90% de sus posesiones.
No jugaron un buen partido, pero es que Palmer Alma Mediterrànea no pudo en ningún momento igual la actividad física de los locales y pese a lo erráticos que se mostraron los pucelanos, su defensa brilló por su ausencia (sólo 10 balones perdidos por parte de UEMC Valladolid, que consiguió atrapar el 22,5% de los rebotes (9 en total) que hubieron bajo el aro defendido por Palmer Alma Mediterrànea).

Palmer Alma Mediterrànea, previsible y ante el abismo.

La planificación de la plantilla fue mala, muy mala. La pasada campaña se apostó por Igor Crespo y su agencia para que promocionase a sus agendados. Fue un éxito que superó las expectativas y no se le reconoció públicamente su acción. Esta temporada, se vuelve a confiar en él y antes de terminar la temporada y de manera pública, Pepe Laso, Coordinador del primer equipo masculino del club, descalifica y responsabiliza a Igor Crespo y su agencia de la confección de la plantilla (y de la marcha de varios jugadores).

El club, para compensar esas carencias y para tratar de revertir la situación, incorpora a Pavelka para fortalecer el débil juego interior y después a Brown (¿otro escolta tirador como Van Beck?), Marinov (físicamente muy lejos del nivel que tiene la LEB Oro) y Cosialls.
Me consta que se ha intentado traer a más jugadores y que éstos se han negado a venir, bien por no llegar a la oferta económica de otros clubes, o por no llegar a las pretensiones económicas y/o deportivas del jugador solicitado.

Claramente, estos cambios, lejos de equilibrar el juego del equipo, lo polarizan y debilitan aun más.
En defensa, que ya lo he comentado, no se puede ser tan agresivos y no se fuerzan tantos errores al rival (en Valladolid hemos visto y oido a Pau Tomás decir a sus jugadores que defendiesen dentro de los 6,75, y pese a elle se descolocaban, llegaban tarde a las penetraciones y no cerraban el rebote defensivo).
En ataque, «balones a Will», pero x2 y que se busquen la vida, mientras Pol Figueras se desespera en generar ventajas en un bloqueo directo en el que su compañero dista mucho de ser una amenaza para el rival. Menos si el bloqueo es a 8 metros del aro.

Si Palmer Alma Mediterrànea no recupera balones en defensa y no puede correr, se pasa los ataques con el balón quieto en la cabecera del ataque, mientras algunos jugadores corretean intentando recibir y al final, alguien se la juega a la desesperada con su defensa encima y la ayuda de los interiores (dado que los interiores palmesanos apenas son una amenaza). Y esto ya pasaba con Fjellerup, Ruesga y Mendi. Ahora pasa, y más exacerbado, con Van Beck, Brown y Marinov.

El abismo

Faltan 19 partidos y la previsión es que habría que llegar a las 12 victorias para tener opciones reales de salvación. El abismo está a 8 partidos…
Dicho de otro modo, en 19 partidos hay que conseguir 11 victorias (el 58% de los partidos por jugar). Ya no vale con ganar TODOS los partidos en Son Moix (quedan 9), sino que hay que ganar al menos 2 fuera de casa.

¿Y si ya no queda nada que perder?

No veo que haya falta de compromiso en la plantilla ni en el cuerpo técnico. Más bien al contrario. La plantilla actual no tiene el nivel necesario para garantizar el objetivo del club. ¿Por ello hay que bajar los brazos? Yo creo que no. Creo que este es el equipo que tenemos y que si siguen trabajando y poniendo todo de su parte, poco o nada se les debe reprochar.

El reto es muy difícil. Utópico. Pero estos son los mimbres que hay, así que de lo que se trata es de intentar esconder defectos y explotar virtudes.
Tal vez sea el momento de plantear defensas zonales para incomodar al rival; de no ser tan agresivos en las ayudas de los grandes (Pavelka, Ikpeze y Kostadinov) para que puedan ser titanes en el rebote; de pedirles a los pequeños (Van Beck y Brown, que lo carguen como si de un rebote ofensivo se trate; de estar más concienciados en cerrar las penetraciones de sus pares para que las ayudas no sean tan «a puerta Gayola».
Tal vez sea el momento de estructurar más el ataque si la capacidad lectora del juego no es la principal virtud de los jugadores; de saber a quién se le puede dar un pase picado y a quien hay que colgárselo arriba; de generar un juego que lleve el balón de un lado a otro y de dentro a fuera para encontrar tiros liberados…

Repito, no es fácil, pero si yo fuese el responsable técnico de esta plantilla, volvería a los básicos. Y si fuese jugador de esta plantilla, me dejaría la piel por seguir demostrando compromiso, resiliencia y ambición para conseguir un contrato la próxima temporada.

En este sentido, no quiero dejar pasar la oportunidad de agradecer y valorar el enorme compromiso, talento y generosidad de Pol Figueras. La pasada temporada tuvo que adaptarse al nivel de sus compañeros y de exigencia física de sus entrenadores; esta campaña es el líder en la pista y en el banquillo. Sin duda, un talento que brillará muchos años como jugador profesional. Eso espero.