Una abismal diferencia


Cada partido que pasa me doy más cuenta de lo poco tiene que ver el Lagun Aro GBC de esta temporada con el de la pasada. El partido de ayer ante Valladolid es el típico que antes jamás se ganaba, el clásico freno a nuestra progresión, cosa que hoy en día parece historia. A nuestro equipo le faltaba ser capaz de desenvolverse con destreza en partidos feos, a contrapié, los que se disputan fuera del guión establecido. Y ahora, según parece, prospera hasta en estas situaciones. Esto me refuerza en la idea de que este equipo es mucho más de lo que ha sido nunca. Para ganar partidos como el que nos ocupa, hace falta cumplir ciertos requisitos que antes nos eran extraños y ahora cada vez más familiares. Por ejemplo, que si te cierran unas puertas, sepas como acceder por otras (circunstancia antaño utópica). Pero también, en un partido cuesta arriba, ganar el rebote por diez rechaces de diferencia, perder menos balones que tu rival y rozar el 90% en tiros libres son una buena base en la que apoyarse.


Y más allá del 4-1 y el puesto en la tabla, me ilusionan esas abismales diferencias positivas respecto a tiempos pasados. Porque algo ha cambiado y lo ha hecho en el mejor sentido. Tenemos un equipo que compite a las duras y a las maduras, con el viento a favor y en contra. Esto último sabía Porfi Fisac que no era la especialidad del GBC, que con el viento en contra los de Laso solían frustrarse. Pero solían, en pasado, ya no lo hacen. Ahora da la sensación de que el Lagun Aro es un equipo lo suficientemente maduro para capear el temporal durante más de tres cuartos hasta que aperece la oportunidad que han estado buscando todo el partido para dar el golpe de gracia. Y en medio de ese temporal, hay un capitán con mano firme para sujetar el timón. A Ricardo Uriz le han concedido tres triples. Prácticamente le han invitado a tirarlos cuando el GBC perdía por diez. Y los ha metido los tres.

Lo mismo puede decirse de Domen Lorbek, que también ha recibido una bonita invitación para mirar al aro y mal que bien la ha asumido, dando de paso un buen tono defensivo que su equipo ha agradecido. Con el que no quería contar Valladolid en la fiesta era con Jimmy Baron, y en un encuentro complicado para él, ha sumado, ha firmado un (meritorio) 3/7 en triples, incluido uno en la recta final de partido que le ha dejado claro al Blancos de Rueda que si pretendía acercarse en el marcador, de eso nada. Me gusta que el jugador llamado a ser la referencia ofensiva exterior del equipo sepa esperar su momento. En un día donde el partido no estaba para brillar, lo importante era salir airoso y Baron lo ha conseguido.

Exactamente igual que lo ha hecho David Doblas. Seguimos con la alternancia de buenos partidos para nuestra pareja titular en el interior; la cruz en esta ocasión para un errático aunque voluntarioso Albert Miralles y la cara para un David Doblas con evidentes signos de madurez.

Hay que tener en cuenta que el Lagun Aro venía de firmar porcentajes en los tiros de dos de 63% y 81% en los dos últimos partidos. Porfi, que no es tonto, ha querido cerrar esa puerta. Pero si te cierran una puerta… 44% en triples para meter 33 de los 59 puntos en juego (sin contar tiros libres), lo que supone más de la mitad.

Con todos estos ingredientes, un partido rudo, duro y trabado se traduce en una victoria más que satisfactoria y la confianza en el equipo crece por momentos. Ya sabíamos que cuando brilla el sol y el acierto aparece, nuestro equipo es competitivo; ahora comenzamos a entender que también puede serlo cuando se ciernen nubarrones y la cosa se complica. Bien por el GBC.

Y me surge la pregunta, ¿qué más se le puede pedir al equipo? Hasta el momento, nada. Pero pensando en lo que se avecina, existe otra asignatura pendiente en el debe del Lagun Aro. Y no es otra que el hecho de que cada vez que ha generado ciertas expectativas, la presión ha hecho presa del equipo y el bajón ha sido acusado. Es una realidad que el GBC firma un récord de 4-1, que le coloca como cuarto clasificado de la ACB, siendo además colíder de la Liga. No hay nada de malo en ello, más bien al contrario, y deberíamos poder decirlo orgullosos en lugar de temerosos por culpa de viejos fantasmas. A estas alturas, ya hemos matado algunos de esos espectros del pasado que vienen a recordarnos antiguas penurias, es hora de acabar también con este temor a aceptar que tenemos mimbres para algo más. Para algo más que sólo aspirar a poner dos equipos por debajo al final de la temporada. Para dar un paso al frente. Creo que hay que gestionar este tema con naturalidad, que no es ni una cosa ni la otra, ni euforias ni complejos. Disfrutemos del buen sabor de boca con el que nos vamos a casa y ya está.

Lo mejor de todo esto es que la próxima semana vamos a Madrid sin nada que perder, nadie le va a exigir al Lagun Aro una victoria frente a los de Messina. ¿Pero porqué no soñar con ella? También es cierto que el calendario va a complicarse y que una despensa llena de victorias dará calorcito cuando lleguen tiempos difíciles. Para eso no esta tampoco nada mal saberse cada día más solventes en casa. Por el momento, ya son cuatro las victorias de diferencia respecto a los puestos de descenso y sólo quedan ocho hasta las doce que suelen traducirse en salvación. Me temo que va a ser inevitable que cierto halo de euforia envuelva al equipo los próximos días, tan importante como saber abstraerse de las críticas en los momentos malos, va a ser hacer lo propio con las loas y los halagos que van a llover a partir de ahora. El equipo tiene que seguir con la misma actitud que viene mostrando: Vamos a por el próximo partido, que lo demás es accesorio.

Y antes de acabar, quiero hacer una pequeña reflexión sobre el asunto quizá más decisivo en la abismal diferencia que marca este Lagun Aro GBC. Es verdad que la riqueza del ataque es amplia, opciones y protagonistas para ejecutarlas los hay de sobra. Pero querer mantener este nivel y sacar este tipo de victorias sin defender, sería como querer que amaneciera por el oeste o como pretender alumbrar el día con luces de tungsteno. Un sinsentido puro y duro. Por suerte, absolutamente todos dentro del equipo están comprometidos con esa causa. Y es lo que está haciendo que un equipo otrora del montón, logre trascender entre la multitud. Tenemos un grupo con grandes dotes ofensivas, pero sin defender no vamos a ninguna parte. Lo bueno de todo esto es que con victorias como la de ayer, cimentadas en el carácter por encima del acierto, comienza a ser palpable una abismal diferencia.